Dos obstáculos importantes para poner fin a la pandemia son los países ricos que acumulan vacunas y las compañías farmacéuticas que se niegan a compartir los conocimientos para aumentar la producción mundial de vacunas. Pero otro aspecto a menudo descuidado de la respuesta a la pandemia es secuenciación genómica—que AHF está abordando de frente para ayudar a identificar y rastrear la propagación de variantes emergentes y potencialmente resistentes a las vacunas del nuevo coronavirus.
AHF otorgó subvenciones a 15 organizaciones en 14 países en 2021, y la mayoría continuará hasta este año. Cada uno de los soportados sitios del proyecto, que son instituciones o universidades con la experiencia necesaria en secuenciación genómica, deben subir sus hallazgos a GISID – el mecanismo independiente internacional más grande para la recopilación y el intercambio global de nuevas variantes de COVID-19 para aumentar la transparencia epidemiológica.
“La secuenciación genómica es vital para conocer los detalles de las variantes en constante evolución del SARS-CoV-2 [el virus que causa el COVID-19], ya que hemos visto muchas adaptaciones en su replicación en varias regiones”, dijo el Dr. Jorge Saavedra, Director Ejecutivo del Instituto de Salud Pública Global AHF de la Universidad de Miami. “Por ejemplo, sin la secuenciación y el intercambio global de datos, no hubiéramos sabido que Omicron se había extendido por todo el mundo desde el sur de África en solo un mes”.
“Las subvenciones de secuenciación también han permitido que los sitios, como un instituto en Santa Fe, Argentina, reduzcan el tiempo que lleva informar una nueva variante de un mes a siete días”, agregó. Saavedra. “Hemos demostrado claramente que los esfuerzos para acelerar el seguimiento del virus son imprescindibles para combatir el COVID-19; solo que necesitamos mucho más a nivel mundial”.
Es probable que surjan nuevas variantes de preocupación de regiones con poco o ningún acceso a las vacunas, como fue el caso de una nueva variante de Camerún, que se descubrió en Francia. Esto demuestra que, sin garantizar que los países de ingresos bajos y medianos tengan suficiente acceso a las dosis que salvan vidas, el mundo tiene pocas posibilidades de poner fin a la pandemia.