Marilex Vera: De la crisis a la recuperación

In explosión por Brian Shepherd

Mi nombre es Marilex Vera y soy venezolana, nacida en la ciudad de Maracay, estado Aragua. Conocí los servicios de AHF en 2021 a través de Internet. Me comuniqué con un director regional en Colombia por correo electrónico y mensaje de texto para explicarle mi situación. No había podido venir a Colombia debido a la pandemia: las fronteras estaban cerradas. Fue imposible acceder al tratamiento durante varios meses debido a la difícil situación sanitaria y económica en Venezuela.

Cuando finalmente llegué a Colombia, AHF me conectó inmediatamente con una institución de beneficencia, Fundación Eudes, donde estuve un mes. Me trataron de manera excelente, conocí gente maravillosa y seres humanos increíbles. Al día siguiente me derivaron a la oficina de AHF en la calle 72, donde me recibió Leidy Caucaly, recepcionista de AHF en el Centro de Salud de Bogotá. Todavía recuerdo el abrazo que me dieron, fue una de las primeras caras que vi aquí en AHF y para mí sigue siendo una excelente persona y ser humano.

Inmediatamente me hicieron pruebas de carga viral, exámenes médicos y me iniciaron el tratamiento. A los tres días de llegar a Colombia, ya estaba recibiendo tratamiento y me salvaron la vida. Había llegado con cargas virales muy altas debido a que no me habían dado el tratamiento en Venezuela, pero la atención de AHF lo cambió todo.

Hasta el día de hoy, los servicios son excelentes. El personal es eficiente, eficaz y, sobre todo, muy humano. Nunca he sentido xenofobia ni rechazo. Para mí, todos en AHF somos como una familia.

El apoyo psicológico, la atención médica y el tratamiento han sido una parte crucial de mi recuperación. Hubo momentos en los que caí en depresión debido a luchas personales y emocionales. AHF estuvo allí para brindar asesoramiento, hospitalización, medicamentos y seguimiento. Los médicos, enfermeras y personal de enfermedades infecciosas han sido increíbles: personas que no solo te tratan como paciente, sino que también te abren los brazos y te preguntan cómo estás, cómo te sientes. Ese toque humano es muy importante, especialmente para las personas que acaban de enterarse de su diagnóstico y pueden tener baja autoestima.

Llevo viviendo con VIH unos 20 años. Es un enemigo que hay que entender. Cuando no se sabe, se puede caer en el miedo, la angustia y la ansiedad, lo que debilita aún más la salud. Es necesario quererse, cuidarse y recordar que la vida es valiosa. La sociedad nos enseña muchas veces a llevar esto como un estigma, pero la verdadera amenaza es no hacerse la prueba ni iniciar el tratamiento.

Hazte la prueba. Tanto si el resultado es positivo como negativo, eres un ser humano valioso para ti, tu familia y la sociedad. Aún tienes mucho que dar y mucho que aportar. Si es negativo, genial, pero siempre cuídate porque tu vida vale mucho.

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