Un momento decisivo en mi vida llegó a los 20 años, cuando me diagnosticaron VIH. En ese momento, decidí vivir mi vida con más plenitud y valentía que nunca. Aunque no estoy del todo segura de por qué tomé esa decisión, ahora la veo como una bendición que me dio la fuerza para vivir con tenacidad y propósito. Casi 20 años después, mi pasión por este trabajo sigue arraigada en el deseo de defender una atención sanitaria equitativa y amplificar las voces que a menudo se silencian.
Luna (abajo a la derecha) es una defensora y líder de salud pública con sede en la ciudad de Nueva York.
Al crecer en Camden, Nueva Jersey, vi de primera mano el impacto de la violencia, la pobreza y las desigualdades sistémicas. Estos desafíos moldearon mi comprensión de cómo las disparidades sociales alimentan las crisis de salud en las comunidades marginadas. Incluso hoy, veo a amigos, familiares y vecinos luchando por acceder a derechos humanos básicos como la vivienda y la atención médica. Esta experiencia vivida inspira mi trabajo, impulsando mi enfoque en brindar atención y educación a los más afectados por el VIH/SIDA.
Como defensora clave y líder de la salud pública en la ciudad de Nueva York, mi función como representante de ventas de farmacia en AHF se alinea perfectamente con mis ambiciones personales y profesionales. Trabajo para involucrar a la comunidad a través de iniciativas de concientización, prevención del VIH y expansión del acceso a la PrEP y las pruebas de ITS. También me concentro en construir alianzas con organizaciones locales, organizar talleres educativos y colaborar con proveedores externos y organizaciones comunitarias para garantizar que nuestros servicios sean culturalmente competentes y accesibles para todos. Este puesto me permite fusionar mis ambiciones personales y profesionales en la defensa de la salud pública.
Mi compromiso con este trabajo es profundamente personal. Cuando me volví VIH positivo, mantuve mi estado en secreto durante años. Esa experiencia consolidó mi compromiso de asegurar que nadie más tenga que enfrentar esta condición solo. Me impulsa todos los días a defender un mejor acceso a la atención y a crear espacios donde las personas se sientan vistas, respetadas y valoradas.
Mi trayectoria en el campo de la atención del VIH/SIDA comenzó con la visión de combinar la acción local con un impacto global. El enfoque de AHF en materia de atención del VIH/SIDA se alineaba perfectamente con esta visión. Siempre digo una frase: “Para la gente del mundo”. Escribo “mundo” con T a propósito para destacar a quienes suelen ser estigmatizados o “excluidos”, como las personas que viven con el VIH y las personas transgénero. El compromiso de AHF de tratar a todas las personas con dignidad, sin importar sus circunstancias, me inspiró a unirme a la organización. Vi una oportunidad de ampliar el acceso a la atención y participar en enfoques innovadores de prevención, tratamiento y educación: estrategias que pueden salvar vidas y transformar comunidades. AHF celebra todo lo que soy y valora cómo aporto mis talentos al trabajo de salud pública y la defensa de derechos.
Cada interacción que tengo, ya sea a través de actividades de divulgación, eventos o asesoramiento individual, nos acerca un paso más a normalizar las conversaciones sobre salud sexual y a combatir el estigma en torno al VIH. Al conectar a las personas con recursos que salvan vidas, me enorgullece contribuir a la misión de AHF, que garantiza que nadie se quede atrás en su camino hacia la salud y el empoderamiento.
Uno de los mayores desafíos de mi función ha sido combatir el estigma que rodea al VIH/SIDA, que sigue impidiendo que muchas personas busquen atención médica. Educar a las comunidades, especialmente a aquellas que desconfían profundamente del sistema de atención médica, requiere perseverancia, sensibilidad cultural y creatividad. He abordado estos desafíos fomentando alianzas con líderes comunitarios de confianza y utilizando las redes sociales como herramienta educativa para desmantelar mitos y llegar a un público más amplio.
Un momento particularmente memorable de mi tiempo con AHF ocurrió durante un evento de divulgación cuando un joven se me acercó después de recibir su primera prueba de VIH. Me contó que antes había tenido demasiado miedo como para siquiera considerar hacerse la prueba, pero que nuestra presencia en su vecindario le dio el coraje para dar ese paso. Ver su alivio y gratitud me recordó por qué este trabajo es tan esencial. Momentos como ese reafirman el impacto que podemos tener simplemente estando presentes y creando espacios seguros para las personas.
Fuera del trabajo, disfruto organizando eventos comunitarios, ya sea a través de las redes sociales o de eventos televisados; contar historias comunitarias es lo mío. Como defensora de la salud pública, considero que estas actividades creativas son una forma de inspirar cambios y conectar con las personas a un nivel más profundo.